Salir del armario, una y otra vez
Salir del armario es agotador, es agotador porque no se sale solamente una vez, no es como “hola mundo, soy lesbiana” y ya está, sino que es algo que hay que hacer una y otra vez en los diferentes aspectos de tu vida.
Hay que salir en el trabajo, porque en algún momento la naturalidad de la conversación en el café del descanso te va a llevar a ello, o porque un compañero a la hora de comer te pregunta quién es la chica que llevas de fondo de pantalla. Hay que salir con tus vecinos, cuando cada fin de semana te ven en el ascensor con una chica diferente, aunque reconozco que mi técnica favorita con ellos es pensar que se dan por enterados cuando escuchan en bucle las canciones de Cariño, Ginebras, Las Dianas, Jimena Amarillo o Natalia Lacunza que hacen temblar las paredes de mi apartamento.
Hay que salir cuando conoces gente nueva, con el camarero del bar, con la peluquera, hasta con el dependiente de turno de ZARA cuando te dice “este top le va a encantar a tu novio”, pues no Manolo, qué pesadilla. Ahí se viene salida tras salida, tras salida… Y diréis, no hace falta, no hace falta dar explicaciones y que todo el mundo sepa que eres lesbiana, no hace falta salir del armario constantemente, pero yo, estoy convencida de qué claro que hace falta.
No es dar explicaciones, no es afán de protagonismo, es ser natural, real, es no tener que cortarme al hablar, es no sentir que miento por omisión, es no tener miedo, es la manera que tenemos en el día a día de luchar porque cada mañana en la que sale el sol, ir de la mano con una chica, comerle la boca como si no hubiera un mañana o ir a un hotel romántico deje de ser raro o incluso estar mal visto. Hace falta porque a día de hoy en muchos países sigue siendo pena cárcel o de muerte. Hace falta por la vecina de 15 años con la que coincides en el portal, la cual que está claro que es lesbiana, y tú lo sabes, su madre lo sabe, hasta su perro lo sabe, pero quizás, ella todavía no, por eso hace falta, para que vea que es algo totalmente normal.
Hace falta salir del armario por mí, por ti, por todas nosotras, por las que estamos, por las que vendrán y también por las que ya no están.